domingo, 18 de noviembre de 2012

El amor


Se conocieron de la manera no convencional, pero no diré cuál.

Ella estudiaba comunicaciones; él estudiaba administración. Ella quería encontrar a alguien. Él necesitaba encontrar a alguien. Ella estaba confundida y atrapada en una coraza, pero él estaba determinado a atacarla.

Comenzaron a hablar seguido hasta conocerse. Luego comenzaron a verse para comprenderse.

Iban a comer juntos, a conocer nuevos puntos limeños (y los antiguos también) y a besarse por ahí.

Poco a poco fue ocurriendo lo inevitable: cada uno pensaba más en el otro, se imaginaban la vida con él/ella, ponían sus prioridades antes que las propias, sentían huevaditas en el estómago, se extrañaban si no se tenían cerca y anhelaban el día en que se volvieran a ver.

Y lo obvio no se hizo esperar, porque la maldita incógnita “¿qué somos?” los comenzó a atacar.

Sin embargo, pasado un buen tiempo, se dieron cuenta de que no tenían que decirlo, porque todo había caído solo en su lugar.

Supongo que así es el amor.