domingo, 31 de octubre de 2010

Inentendiblemente feliz


Ayer pregunté, vía Twitter, por algún tema interesante para escribir en mi blog, y tres fueron las respuestas que recibí (o que llegué a leer, por desubicada): la primera sugería escribir sobre el primer amor colegial; la segunda, hablar sobre la Navidad; la tercera, explicar cómo entender a los hombres.

Sinceramente, ninguna de las tres respuestas me llamó mucho la atención, pero, por algún motivo, la tercera opción se quedó taladrándome el cerebro, haciendo que dejara de lado lo que estaba haciendo (nada productivo, vale decir) para ponerme a escribir esto.

Abrí Google Chrome, tipeé la tercera respuesta para inspirarme un poco, y un sinfín de páginas con el mismo nombre, más una palabra clave, aparecieron como resultado: manual para entender a los hombres.

Lo leí en voz alta. ¿Manual para deducir a la especie varonil? ¿Acaso hay leyes que las mujeres tenemos que aprender para poder llevarnos bien con los hombres, como si todos fuesen exactamente iguales?

No sé ustedes, pero yo discrepo, señores. Hay cosas que no entiendo de los hombres, como por qué dejarse el pantalón a la altura del culantro (vómito visual, a mi parecer), por qué apoyar al fútbol peruano si es una mierda, por qué la obsesión con su pene, por qué creen que son los reyes al volante si la mayoría de accidentes lo causa su propia especie e infinitas cosas más. Tampoco entiendo la razón de algunas mujeres de maquillarse hasta para ir a la bodega del chino de la esquina, por qué dejan que los hombres les paguen todo (¿acaso son inútiles y no pueden pagarse sus propias cosas?), por qué abusan de la posería y se toman fotos hasta en el baño, por qué no dejan la envidia a un lado y admiten que una flaca está buena y más.

En fin, yo no entiendo y soy feliz. Porque si entendiera todo, no habría misterio ni sorpresas y todo sería monótono. Si entendiera todo, las relaciones con otras personas serían robóticas.

Así que no se gasten, flacas. Dejen de perder su tiempo tratando de entender a los hombres. Total, los hombres fueron creados para amarlos; Dios nunca dijo que teníamos que entenderlos.

Nota: si no te convencen mis sabias palabras, lee este manual que encontré en Internet para ti y sé feliz.

Manual para entender a las mujeres:

• No = Sí
• Sí = No
• Tal vez = No
• Tú verás… = Como lo hagas, te mato
• Lo siento, pero… = Lo volveré a hacer igual…
• Decide tú = Pero haz lo que yo digo
• Eres libre de hacer lo que quieras = Ni se te ocurra hacerlo
• Haz lo que quieras = Pero lo pagarás caro
• No, no estoy enfadada = Por supuesto que estoy encabr…… ¡IMBÉCIL!
• ¿Te estás durmiendo? = No te duermas
• Esta noche estás muy cariñoso = No tengo ganas de hacer el amor, pesado
• No me mires de esa manera = Me encanta que me mires con esa cara de salido
• ¿Estoy gorda? = Dime que estoy buenísima
• Apaga la luz = Tengo celulitis
• Quiero cambiar estas cortinas = Y las alfombras, y la pintura, y los muebles…
• Es que esta cocina es tan pequeña… = Quiero una casa nueva
• ¿Me quieres? = Te voy a pedir algo
• ¿Cuánto me quieres? = Y cuesta mucho dinero
• Necesitaríamos… = Yo quiero
• Tenemos que hablar = Necesito quejarme de algo
• Creo que no nos comunicamos lo suficiente = Tienes que estar de acuerdo conmigo

Manual para entender a los hombres:

• Sí = Sí
• No = No
• Tengo hambre = Tengo hambre
• Tengo sueño = Tengo sueño
• Estoy cansado = Estoy cansado
• Hablemos = Estoy tratando de impresionarte para que pienses que soy un hombre profundo y accedas a tener sexo conmigo
• Pareces tensa. ¿Te doy un masaje? = Primero te meto mano, después quiero sexo contigo
• ¿Me concedes esta pieza? = Quiero sexo contigo
• ¿Te gustaría ir al cine? = Quiero sexo contigo
• ¿Quieres cenar conmigo hoy? = Quiero sexo contigo
• ¿Te puedo llamar el viernes? = Te voy a llevar a mi casa para tener sexo contigo
• ¿Te quieres casar conmigo? = Quiero que sea ilegal para ti acostarte con otro hombre que no sea yo
• (De compras) Sí, te queda muy bien = ¡¡Cómpralo de una vez y vámonos ya de aquí!!
• Qué bien te queda… = ¡Qué buena estás!
• Sí, te queda bien el nuevo corte de pelo = Mierda… ¡¡30€ a la basura!!
• Pero ¿cuál es el problema? = No entiendo la tragedia…
• ¿Qué te pasa? = ¿Qué trauma psicológico inventado te afecta hoy?
• ¿Estás enfadada? = Me imagino que esta noche nada de sexo…
• Estoy aburrido = ¿Tenemos sexo?
• Yo también te amo = ¿Estás contenta? ¿Podemos empezar con el sexo ya?

miércoles, 27 de octubre de 2010

Crónica de una noche en cuatro ruedas


- ¿Aló?
- Desubicada, ¿estás ocupada?
- No, Rasu. Vente nomás.

Después de 20 minutos (que, inicialmente, eran sólo 5), me encuentro con el señorito Carlos Herrera (más conocido como Rasu, para mí) en la entrada de La Ratonera (UPC). Él, con jean oscuro, polo ancho y Converse; yo, con el único jean que tengo, polera blanca (camino a ser gris) y Converse con figuras de cupcakes.

- ¿Quieres entrar?
- Ya, pues. A ver dónde estudia la desubicada.
- Ok. Saca tu carné universitario para que entres con eso.
- ¿No debería enseñarles el tuyo?
-Claro, como nos parecemos tanto... Tú solo enséñales tu carné como si entraras con él todos los días.
- Si tú lo dices...

Confiando en la actuación merecedora al Oscar de Rasu, camino hacia el interior de la universidad, comentando en voz alta el motivo de mis ojeras al estilo mapache, cuando escuchamos una voz detrás de nosotros.

- Joven, ¿su TIU?
- No lo he traído. Sólo tengo mi carné universitario.
- ¿De dónde viene usted?
- Es mi invitado -intervengo.
- Señorita, no está permitido el ingreso de alumnos de otras universidades al campus.
- ¿Por qué no?
- Porque así lo dice el reglamento. ¿Lo ha leído?
- No, señor, por eso le estoy preguntando el motivo por el que se prohíbe la entrada a invitados.
- Es su deber informarse, señorita.

"Lástima. Y yo que pensé que les pagaban por algo más que estar parados todo el día. Qué ingenua", murmuro en un tono de voz que sólo yo soy capaz de percibir y me alejo con Rasu. Como faltan pocos minutos para las tres de la tarde, nos sentamos en una banca a conversar sobre la vida, nos cagamos de risa de la misma y, finalmente, convenzo a Rasu de regresar a las 7 pm para pasear en Abelardo e irnos a tragar a un lugar cercano.

A las 6:30 pm, después de babear dormida en clase de Gerencia de Productos, me encuentro nuevamente con Rasu en otra entrada de La Ratonera, nos dirigimos al estacionamiento, enciendo y caliento a mi pobre Abelardo y decidimos ir al Papa John's (sí, tuiteros, más pizza) de
Guardia Civil, aprovechando mis vales de promoción y mi aún antojo pizzero.

Todo marcha de la refurinfunflai hasta que llegamos al cruce de la muerte: un cruce en no sé exactamente dónde, antes de llegar a la Avenida El Polo y cerca a la Embajada de Gringolandia, en el cual los carros aparecen de todos los puntos posibles, sin semáforo que funcione y sin policía que dirija el tránsito (¿sorprendente? NO).

Habremos estado estancados entre 20-30 minutos, sin posibilidad de movernos ni de hacer nuevos amiguitos(as) a través de la ventana (salvo unas señoras que se burlaban de mi cara de sufrimiento y desesperación). Abelardo fue azotado por un cobrador que se dispuso a darnos órdenes a todos como si ese pedazo de mierda fuera el rey al volante y yo solté un par de insultos, mientras que Rasu entre que puteaba conmigo y se entretenía grabando aquel acontecimiento.

No me di cuenta en qué momento apareció el Moisés del tránsito, alzó sus brazos y despejó mi camino para que pudiera llegar sana y salva a Papa John's, pero te lo agradezco desde lo más profundo de mi ursulino ser, quien quiera que hayas sido.

Antes de despedirme y de que vean los videos como prueba de aquel día, me tomaré un segundo (ojo, solo uno) para agradecer a mi querido copiloto Rasu, porque sin él hubiera entrado en pánico esa noche, haciendo que no sea capaz de hacer ningún movimiento y provocara el segundo estancamiento de la noche.

Ahora sí me callo. Disfruten.


jueves, 21 de octubre de 2010

Las Cavagnaro invaden Cusco


He decidido variar un poco esta vez y no concentrarme en una sola experiencia, sino citar brevemente las más importantes con sus respectivas fotos, así que, para el deleite de todos, he aquí una pequeña lista de lo que les pasó a las hermanas Cavagnaro en Cusco:

Jueves

- Andrea y yo sufrimos en el vuelo Lima - Cusco por la turbulencia y tenemos que respirar con ayuda de la bolsa de papel (y no: no estábamos exagerando).



- La guía que nos recoge del aeropuerto y nos lleva al hostal escribe nuestro apellido de manera inusual.

- Pagamos por todos los tours y yo me quedo con 60 soles para sobrevivir hasta el martes.

- Arianna presenta los primeros síntomas de soroche.

Viernes

- Arianna agoniza por el dolor de cabeza.

- Pago un sol por tomarme esta foto.



Sábado

- Arianna está en coma por el dolor de cabeza.

- Bajo hasta el último nivel de Moray, lo que termina destrozándome las piernas.

El punto blanco de la izquierda soy yo

Domingo

- Arianna se orina los pantalones y se corta el labio superior con una cuchara de plástico.

- Andrea y Arianna tienen que llevarme, a escondidas, comida de un buffet, porque si yo lo pago, me quedo más misia que el Chavo del 8.

- Primer contacto con testosterona (turistas brasileros).

Lunes

- Estamos en la cima de Machu Picchu.



- Me mecho con unas escolares.

- Por sentarme en una piedra de Machu Picchu, tendré trillizos, según el guía.

- Compro un paquete de 252 gramos de galletas Doré como almuerzo.

- Tengo tendencias suicidas porque no hay absolutamente nada que hacer en Aguas Calientes.



- El tren de Aguas Calientes a Ollantaytambo se atrasa media hora.

- Me meto al baño de hombres (sin querer queriendo, claro).


Martes

- Desayuno galletas Doré con mayonesa casera.

- Dos personan piensan que somos de Chile, una que somos de Argentina y otra que somos brasileras.

- Lima, somos tuyas.

En el taxi, camino al aeropuerto de Cusco

martes, 19 de octubre de 2010

Declaración


14 de octubre del 2010. Me despierto a las 5:30 de la madrugada para ir a mis clases de Instrumentos para la Gestión de 7 a 9 am, pero termina siendo por las huevas, porque Homero sólo se digna a entregar el examen parcial y corregir el mismo. Salgo del salón a las 8:10 am y me encuentro con Motta, quien me pregunta si quiero ir a Starbucks para desayunar. “No puedo, Mottilla. Me voy a Cusco”, le respondo.

A las 9 am ya estoy de vuelta en mi dulce hogar, terminando de armar mi maleta y despidiéndome de mis queridos tuiteros. Media hora después, llega mi Mamina y mi madrina Cheli, por lo que sé que, apenas llegue el taxi a mi casa, esta se convertirá en un lloriqueo total. Y, efectivamente, apenas el conductor de un carro blanco toca el timbre, las primeras lágrimas comienzan a dibujarse en nuestros rostros, al mismo tiempo en que mamá pregunta «¿qué voy a hacer sin mis niñas?».

Yo no sé qué voy a hacer sin ti, mami. Yo no sé.

Camino al aeropuerto, cuando aún sigo luchando contra el llanto y el moco, Andrea me desconcentra al preguntarme si he traído mi tarjeta de crédito. “¡¡¡Puta madre!!!”, es lo único que logro soltar. “Ah, no sé cómo haces, pero te tiene que durar todo el efectivo hasta el martes (asumiendo que has traído efectivo, hermanita)”, me dice ella. Sí había llevado efectivo, lo que me había faltado era idear un plan, como todos mis familiares me habían dicho. “A la mierda –les había respondido–, seguiré fiel a mi estilo desubicado y no planearé nada”.

Llegamos al aeropuerto a las 11:10 am, dejamos las maletas en el contador, subimos al segundo piso y nos sentamos en una mesa del food court a esperar la primera llamada que, supuestamente, era a las 11:55 am. Para el mediodía, ni la llamada ni mi flaquito lindo daban señales de aparición, hasta que, pocos segundos después, lo vi: Diego Huamantica se distinguía entre el mar de gente que se dirigía a la zona de embarque a despedir a sus papás, hijos, sobrinos, amantes, etc. Entonces corrí, no como la forma en que corren los flacos y flacas arrechos en las películas, pero corrí, lo abracé y fui feliz.

A las 12:10 pm, preocupadas porque no nos llamaban, decidimos dirigirnos a la sala de embarque, así que me despido del flaco, pagamos el impuesto (al mismo tiempo que escuchamos la ÚLTIMA llamada) y corremos hacia la zona donde nos revisan el equipaje de mano, y en donde una señorita nos dice que «son las 12:16 pm y su vuelo sale a las 12:30 pm. Deberían haber llegado antes». Debido a la poca paciencia que habita en mi cuerpo, pongo mi conocida cara de culo y le digo lo siguiente a la tarada cucufata: “Señorita, no se desubique. Ustedes tienen toda la culpa por no haber hecho la primera llamada, así que ahórrese sus reproches”. Sin dejarle tiempo para responder, me alejo de la perra esa, me encuentro con mis hermanas, dejo que me revisen el equipaje y corremos las tres hacia la puerta 8. Ellas, trotando como señoras; yo, corriendo como si estuviera en la maratón de mi vida, tan desesperada que comienzo a gritar, por todo el aeropuerto, «¡no se vayan! ¡¡¡Espérennos!!!». Sin aliento, llego a la puerta 8, espero a las tortugas de mis hermanas, nos sentamos en el avión y en 10 segundos ya estamos volando hacia la tierra de los incas.

En todos mis viajes en avión (que no son infinitos, pero tampoco escasos), jamás había vivido tanta turbulencia y sufrido tanto dolor de cabeza y mareos, y mucho menos tenido la necesidad de coger la bolsita blanca de papel y tener que respirar por ahí. Hasta ese momento.

Felizmente, el viaje a Cusco sólo llega a durar poco más de una hora, por lo que, al aterrizar, sólo tengo una declaración para dar: Cusco, somos tuyas.

domingo, 10 de octubre de 2010

Desubicándome con Ginnoceronte


Ginno Melgar ha sido la primera persona que he conocido personalmente después de haberla conocido por una red social (Twitter, en nuestro caso).

Una hora antes del encuentro, desubicada y desconfiada, pensé en la posibilidad de que el pata sea un maniático, violador o pedófilo (muchas personas son lo contrario a lo que aparentan en el mundo virtual), y caí en la cuenta de que, dada mi ingenuidad, yo no haría nada y dejaría que él hiciera lo que quiera conmigo (secuestrarme, fugarse con mi carro, cortarme en pedacitos, etc.).

Pero la realidad fue otra: Ginno Melgar (Gin-Gin, de cariño) resultó ser una excelente persona y terminó cayéndome de la putísima madre. Y como no teníamos nada mejor que hacer (yo sí), grabamos nuestras ocurrencias, disparates, sandeces ocurridas ese día. Disfruten.



Y bueno, como estoy afanada con esto de los videos, creo que empezaré una especie de tradición y lo haré más seguido. ¿Quién quiere ser el próximo?

sábado, 2 de octubre de 2010

Tarde con un pejelagarto y una desubicada


"¿Qué hay de nuevo, viejos?"

Primera vez que hago esto y, dependiendo del feedback de la gente, decidiré si lo vuelvo a hacer o no. Es un video sencillo, de dos tuiteros comunes y corrientes llamados @adrianssp y @alecavag, mejor conocidos como ''pejelagarto'' y ''desubicada''.

Tras ver el video (o si quieren leen esto primero, como prefieran), podrán sacar las siguientes conclusiones y más:

1) No soy buena editando y me importa un carajo.
2) Me divierte hacerle muecas a la cámara.
3) Adrián y yo somos expertos (o sea, pésimos) enfocando.
4) Soy el jorobado de Notre Dame, versión femenina.
5) Claramente, Adrián NO confía en mí detrás del volante.
6) Encima que mi compañero Adrián tiene cabeza de pollo, me hace sentir como si estuviera loca al casi convencerme de que no le había contado algo, cuando lo había hecho en menos de 24 horas antes (3:11).
7) Mientras que Adrián se alucina con sus cachetes y tiene complejo de chancho (3:34), yo tengo complejo de cholita (5:03).
8) ¿Seré el amor frustrado del pejelagarto?
9) Alessandra al volante (no) es un peligro andante (saquen sus propias conclusiones).




Siguiendo con la temática inicial de Bugs Bunny, me despido diciendo "¡Eso es todo, amigos!"

Estén atentos para el próximo video de la desubicada en desconocida fecha e indeterminado día, pero siempre, siempre por el mismo canal.

viernes, 1 de octubre de 2010

Dimensión desconocida


Son las 17:08 y el profesor de Gerencia de Productos acaba de cruzar la puerta del salón. Y apenas su potasio ha estado a pocos centímetros de la silla, yo me he ido. Pero no del salón; me he ido a una dimensión desconocida –¿no les ha pasado que están en el salón de clases, en el trabajo o en donde fuera, y les importa más la mosca que vuela a su costado que lo que está hablando el profesor o la autoridad presente? Bueno, eso me pasó–, y he aquí la enumeración de todas las (no) pastruladas que me han visitado en esta ocasión.

1) Soñé que Angelina Jolie y Brad Pitt eran mis papás y que tenía tantos hermanos critter de todos los rincones del mundo que ya había perdido la cuenta del número exacto y, además, yo era la oveja negra de la familia.

2) Recordé mi viaje a Europa y maldije haber pasado mucho tiempo en Monleone, Italia (que ya conocía) y poco tiempo en Londres, Inglaterra (que no conocía). Puteé no haber planeado mejor las cosas ni haberme organizado más eficazmente. Y me frustré al pensar en las cosas que pude haber dicho o hecho y no las hice por tonta, por desubicada, por tímida y por falta de tiempo.

3) Me percaté de que extrañaba a horrores los abrazos y besos de mi flaquito lindo. También, que de mis 158 seguidores de Twitter (sí, presto atención a la cantidad) personalmente conozco a menos de 10 (probablemente sólo a 5).

4) Me imaginé desubicándome por completo, parándome y gritándole al profesor que me importa un rábano su curso (mentira: sí me importa e interesa el curso, pero el profesor lo hace tan aburrido que quiero largarme apenas iniciada la clase).

5) Caí en la cuenta de que hace casi una semana que hice el papelón en Friday’s, que Diego me dijo "te llamaremos" y que, hasta el momento, no me ha llamado ni el vigilante.

6) Aterricé, saqué los cálculos y me di cuenta de que, mientras yo busco algún tema o experiencia paja para escribir en el blog o tuiteo todo el día, como el conejito de Duracell que nunca se cansa, los parciales han llegado de lo más caleta posible para empezar este lunes. Sí, Alessandra: ESTE lunes.

7) Me pregunté, egocéntrica yo, si algún día mi blog será famoso, cruzará fronteras y la dueña será entrevistada por algún ente conocido (inter)nacional.

8) Me visitó aquel deseo mío que tuve alguna vez de probar por primera vez algo de “polvo de la felicidad” y de ir a algún stripclub (esto último aún tengo ganas de hacer. ¿Vao?).

Y antes de seguir recordando más, el profesor, parecidísimo a este, me miró con cara de culo, me exigió que guardara la laptop y me botó del salón.

No importa –pensé–, regresaré, huevón.