Lo hice cuando tu madre estaba en mi panza y lo haré contigo también. Antes de que vengas al mundo, mi primer
nieto, hay algunas cosas que deberías saber.
- Serás mi nieto favorito al principio solo por ser el primero, ya que me recordarás mis años de madre primeriza. Luego mi favorito será tu segundo hermano y así sucesivamente. Si alguien te dice que los padres y abuelos no tienen un hijo/nieto favorito, ¡no les creas! Todos tenemos a un tío, primo, amigo, etc. favorito, pero todos, al mismo tiempo, deberíamos experimentar la sensación de ser la persona favorita de alguien.
- A partir de tu cumpleaños número 13, te daré plata por tu día, así me evitaré gastar mi reducida plata en algo que usarás solo una vez o que iré directo a tu clóset (me las conozco todas, chibol@). Y, para hacerlo más entretenido, te daré la plata como si te estuviera dando
drogapolvo de la felicidad: en un pequeño sobre y susurrándote al oído (no queremos que los demás se pongan celosos). - Jugaré contigo al lonchecito, muñecas y lo que quieras, pero eso sí: si me despiertas de mi siesta, te cerraré las puertas hasta nuevo aviso. ¡Aprende a respetar, mierda!
- Cada vez que vengas a visitarme, te daré chocolate
caliente. Luego te daré sánguches mixtos. Después galletas de chocolate. Seguiré
con gelatina y, finalmente, te invitaré Doña Pepa. Y más te vale no negarte a
ninguna de mis ofrendas. Si estás llen@, te lo llevas en un taper. ¡Te lo
llevas, dije!
- Tendrás que tener paciencia conmigo pues, cuando llegue el momento, tendrás que repetirme las cosas tres veces en cinco minutos. Además, diré los nombres de todos los santos y siete enanos antes que decir el tuyo. Pero si me preguntas por algo que me pasó hace 50 años, te lo contaré con lujo de detalle. ¿Por qué? Bueno, lo entenderás algún día.
- Por tu bien y por el mío (y mi sistema nervioso, porque me asustaré y sufriré, así te hayas roto la uña simplemente), espero que le hagas caso a las advertencias que te haré, como “cuidado que te vas a caer”, “abrígate que te vas a resfriar” o “no confíes en es@ amiguit@ tuyo”. Si decides ignorarme, bueno, es tu decisión, pero que conste que será muy divertido que una anciana como yo te saque cachita diciendo “¡te lo dije!”
- No te pediré que me saques a pasear ni me regales cosas caras. Solo te pido que me vengas a visitar. Cuando alcances mi edad, te darás cuenta de lo mucho que valorarás la compañía de quienes más quieras, a menos que se pongan a hacer sonidos o comentarios estúpidos y sin sentido.
Sin más que decirte (mentira, sí hay más), me despido
comentándote que en mí encontrarás una segunda mamá y podrás contar conmigo
cuando quieras, pero me avisas con anticipación para que no se me cruce con el
bingo, hijit@. ¡No te pases de conchud@!