No sé por qué, pero hoy quise hacer las cosas de manera distinta. Decidí no redactar ni pegar fotos. Esta vez, decidí colgar un video mostrando mis dotes de bailarina (porque dotes tienen todos, gente, solo que a su manera) y reírme un poco de mí misma, cosa que nunca cae mal.
Este es un video que se remonta al cumpleaños de mi adorado padrino (sí, el que me llevó a Europa y me hizo conocer el paraíso. ¡Danke, tío!) el 17 de febrero del 2010. En él, se aprecia que 1) mi familia es tan sana que solo toma agua e Inca Kola, 2) mi tío Paulo me lleva más de dos cabeza, razón por la cual es casi un esfuerzo sobrehumano el darle una vuelta (0.04), 3) soy tan descoordinada que no puedo seguir los ritmos de una simple salsa (0.28), 4) de acuerdo a la pregunta de Carlos Vives (¿me lleva él o me lo llevo yo?), en este caso, me lleva él, 5) al final, terminé aprendiendo la lección de baile con Paulo. Hurra para mí.
Otro video, otra lección de Paulo, otro aprendizaje de Alessandra. Aunque me he dado cuenta de que todavía tengo que aprender a 1) llevarlo yo de vez en cuando, 2) mirar a mi pareja de baile, aunque esta me lleve más de dos cabezas y luego me produzca tortícolis (0.01-1.27), 3) no ver los pies de mi pareja y simplemente dejarme llevar (0.24), 4) buscar la manera de darle la vuelta a mi pareja, sin importar cuántos centímetros (o metros) de más mida (0.36). Pero por encima de todo, y después de haber visto ambos videos, ¿QUIÉN ME DICE QUE NO PUEDO BAILAR? -sí, ya sé: sin comentarios.