Me pareció curioso apuntar mis
sueños de cada día y luego ver cómo iban cambiando: de más a menos pastrulo, de
menos a más cursi, de más a menos complejo, de menos a más irreal. Y toda
viceversa.
Aquí el resultado.
20/08. Ni mierda. O no recuerdo nada. Buen inicio de semana, ah.
21/08. No estoy en Lima, no estoy en Perú, no estoy en Latinoamérica.
Creo que estoy en Europa, en la ciudad de un país llena de bosques. Estoy
paseando y escuchando música. Mientras veo todo verde, canto y acaricio a los
animales que se me acercan (ya parezco la jodida Blancanieves). Y, de pronto,
cae –literalmente– una bola de fuego del cielo azul. Todo comienza a arder rápidamente.
Los animales buscan refugio y las personas a mi alrededor buscan mangueras para
acabar con el fuego antes de que este acabe con nosotros. Pocos minutos
después, lo logramos. Todos se abrazan y lloran de felicidad. Veo a un señor
que había encerrado a varias palomas durante el incendio para que no les pasara
nada, pero estas han muerto asfixiadas. Él las mira indignado, se aleja y se
va. Un grupo de extranjeros se asoma a lo lejos. Todos jóvenes, todos bellos.
Una pelirroja que los acompaña me mira y sonríe. Los demás extranjeros esquivan
a las palomas, pero ella no: ella se percata de su existencia y no se inmuta
cuando pisa a una de ellas al querer avanzar. Le grito “¡ESTÚPIDA!” mientras,
poco a poco, todo vuelve a la normalidad.
22/08. Me levanto de mi cama y ya no recuerdo nada. ¿Así va a ser
esta mierda? ¿Intercalada (y rimada)?
23/08. Estoy en mi casa con mis flacas de colegio, cagándonos de
risa, cuando suena el timbre. Como la persona que contesta tiene acento inglés,
no me importa quién rayos es y le abro la puerta al instante. Veo a cuatro
chicos medio churros, medio cabros. Son los integrantes de One Direction, quienes ven a mis flacas, se enamoran instantáneamente y a mí me dejan foreveralone. Uno de ellos se da cuenta
y me dice que lo mejor está por llegar: “No te preocupes. Hemos traído a alguien
especialmente para ti”. Se me paran los pezones de la emoción, imaginándome a
alguien similar a Ryan Gosling. Lo que veo, en realidad, es un tío de cuarenta
y tantos años, bastante subido de peso, nada agraciado y con la cara cubierta
de granos. El amor es ciego, pero no tanto.
25/08. Soñé con el Nono, mi abuelo paterno. Pero no recuerdo dónde
estábamos, qué decíamos o qué hacíamos. Sólo recuerdo que nos mirábamos y eso
me parecía suficiente.
03/09. Después de varios días, sueño. O recuerdo lo que sueño. Y de
lo que me acuerdo es que tenía vellos en el vientre. Debajo del ombligo,
negros, gruesos y suaves. Y no sé cómo, pero eran mi mayor atractivo.
05/09. Como ayer me quedé leyendo hasta tarde sobre asesinos (mi
mayor morbo), hoy sueño con ellos. Sueño que todos asistían al baby shower de Mary Bell, quien, a sus
11 años, se convirtió en una famosa infanticida. Todos alegres y con sus
familias presentes, llevándose y pasándola bien, pero con una sombra a su
alrededor que les recordaba su pasado.
26/09. Oficialmente, mi experimento se fue al carajo. Casi tres
semanas después y no recuerdo ni siquiera que se hayan formado imágenes o diálogos
en mis nubecitas soñadoras.
Curiosos los sueños, ¿no? Los
irreales o pastrulos los recuerdas a la perfección, mientras que, para los
reales y sentimentales, tienes que romperte el cráneo tratando de recordar
quiénes estaban ahí, qué hacían, qué se dijeron y qué pasó. Bastardos.