domingo, 27 de enero de 2013

Que viva esta frágil vida


Si retrocedemos el tiempo y nos detenemos a cuando éramos solo unos niños, nos daremos cuenta de que nuestros padres, abuelos o quien(es) hayan estado a nuestro cargo eran como nuestros sensei.

Nos enseñaron a gatear, a caminar y a pasar de “caca, pichi, poto” a hablar con propiedad. Nos enseñaron a levantarnos después de caernos, a usar el wáter, a enjuagarnos las manos antes de comer, a lavarnos los dientes después de tragar, a respetar siempre a nuestros mayores, a usar sin malograr los aparatos tecnológicos de ese entonces, a no hablar con extraños, a mirar por ambos lados antes de cruzar la pista, a agradecer por lo que nos han dado y seguirán dando.

Pero creces y, conforme van pasando los años, los papeles se van invirtiendo.

Aquella persona que te daba tanto amor ahora no te conoce o se encuentra incapaz de dártelo. Ahora tú tienes que mencionarle quién eres y a ayudarle a pararse porque el cuerpo y los años le pesan. Le recuerdas que es importante que se lave los dientes, enjuague las manos y mire hacia ambos lados antes de cruzar la pista. L@ acompañas a sus citas médicas porque él/ella ya no puede ir sol@. Le enseñas cómo manejar la tecnología del momento y quién o quiénes son los grupos de moda. 

Y como quien no quiere la cosa, o sin que te des cuenta, l@ ayudas a que se vaya a dormir mejor.

Que viva esta frágil vida.

6 comentarios:

  1. Muy cierto y lindo, Ale. Es genial aportar así como ellos nos ayudaron antes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Mile :) Es como retribuirles por todo con cosas pequeñas!

      Eliminar
  2. fragil breve, efimera!

    Y pocos nos damos cuenta de eso y desaprovechamos el tiempo!
    me dejaste pensando!

    ResponderEliminar