Me he dado cuenta de que, conforme pasan los años, esa alegría que sentías de niño todos los días se va escapando poco a poco, pues mientras tu vida empieza, la de otros llega a su fin.
Los cumpleaños, matrimonios, baby showers y bautizos se convierten en velorios o entierros. Y es en esas ocasiones en las que dejar atrás todo y estar con la persona que te necesita es tu única función.
Es, en ese momento, cuando nada más importa, pues lo único que quieres es consolar a esa persona y decirle que todo va a estar bien, aunque suene a cliché.
Te das cuenta de que toda respuesta negativa no es suficiente y es excusa, que todo lo que estás haciendo ahora puedes hacerlo después, que nada es tan importante y que el "yo comprendo" de la otra persona es, en realidad, "entiendo que tienes cosas que hacer, pero -por favor- ven".
Cuando dejas todo, por fin llega el momento en que puedes decir "estoy aquí".
Carta que, luego de enviársela a la Mamina, dejé atrás los exámenes finales y la visité |