viernes, 2 de abril de 2010

Como ave de corral


Lunes 22 de marzo del 2010. Hoy comienzo nuevo ciclo en la UPC, más conocida por mí como La Ratonera. Estoy contenta porque logré armar mi horario escolar: comienzo clases a las 8 a.m. y termino a las 2 p.m., por lo que tengo todas las tardes libres (técnicamente).
Salgo de mi casa a las 7:10 a.m., subo a la combi, bajo en Angamos a las 7:15 a.m. y camino al paradero, jurando que seré una de las pocas personas que espera su transporte. Pero apenas el enorme bus de Cruz del Sur desaparece rumbo al Óvalo Higuereta, una inmensa masa de estudiantes «upecinos» y «upecinas», sudando la gota gorda y desesperados por subir a la tan peruana combi, aparece ante mis soñolientos ojos. Yo, tranquilamente, me quedo parada, viendo cómo aquellos individuos suben a combis en donde CLARAMENTE no hay espacio ni para un perro, pero, ni modo: llegar tarde en el primer día de clases debe ser traumatizante para ellos (como lo sigue siendo para mí). Quince minutos después, siguen llegando combis al paradero y yo sigo dejándolas ir. Me rehúso rotundamente a viajar en donde ni siquiera puedo estirar el brazo, tengo el asqueroso trasero de otra persona pegado al mío y tambaleo cada vez que el conductor hace uno de sus bruscos movimientos. Diez minutos después, me doy por vencida. Si no subo a la combi ya, no llegaré a tiempo con este tráfico de mierda. Así que, contra mi voluntad, subo a la combi y me convierto en ave de corral por veinte eternos minutos.

Martes 23 de marzo del 2010. Antes de salir de mi casa, recuerdo la experiencia del día anterior y procuro que, esta vez, no vuelva a suceder. Pero sucede, y exactamente de igual manera: llego al paradero (esta vez, cinco minutos antes) y la misma e inmensa masa compuesta por «upecinos» y «upecinas» “decoran” el sucio paradero. Carajo. ¿Por qué a todos se les dio la puta gana de tener clases a las 8 de la mañana? Una vez más, y en contra de mi voluntad, dejo de ser Alessandra Cavagnaro desde el momento en que mi sandalia de gladiador toca el escalón de la combi y me convierto, nuevamente, en un simple ave de corral.

Uno pensaría que esta situación se calmaría al quinto día o a la semana siguiente, pero no. Durante dos semanas enteras, me aguanté estirar el brazo en la combi, tener el asqueroso trasero de otra persona pegado al mío, tambalearme con los movimientos bruscos del conductor; en fin, ser un ave de corral.

Hoy, apenas he llegado a mi casa, he abierto Facebook y puesto en mi status lo siguiente: “No sé quién es más idiota: 1) el conductor de combi por su salvajismo al manejar, 2) el cobrador por querer meter a gente en donde no hay espacio, 3) las personas que se suben a la combi viendo que no hay espacio, 4) yo, por viajar en combi. La mayoría de gente que me respondió optó por el número 3. Yo discrepo: estoy convencida de que la 4 es la opción correcta.

Pero esto está a punto de cambiar. Así es, amiguitos y amiguitas: he decidido, por fin, sacar el dichoso brevete. La verdad es que pude haberlo sacado apenas terminé el colegio, pero, por alguna razón, siempre inventaba alguna patética excusa para no hacerlo (a pesar de haber aprendido a manejar en menos de diez minutos con mi abuela de ochenta años en el verano 2008): “me da flojera estudiar la teoría”, “no es mi prioridad en este momento”, “todavía no me fastidia transportarme en combi”, “primero la beca, después el brevete”. Dos años después, cada una de estas excusas ha desaparecido.

1) Si puedo meterme 20 fórmulas de matemática en la cabeza en un día, la teoría de manejo será pan comido (¿no?)
2 y 3) En este momento, sí es mi prioridad sacar el brevete y sí me fastidia transportarme en combi. Si voy a ser un animal, prefiero ser chancho por lo gulosa que soy que ave de corral por viajar en combi.
4) Cuento con más de cinco ciclos para obtener la jodida beca; en cambio, si dejo pasar el brevete por cinco ciclos más y me acostumbro a ser ave de corral… Sin comentarios.

Así que, prepárense, limeños y limeñas, pues “Ale al volante, (no) es un peligro andante”. (Les dejo esta frase a su criterio).

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