sábado, 17 de abril de 2010

¿Todavía me quieres?


Desde que posteé por última vez, me he despertado todos los días con la misma oración grabada en el cráneo: “Tengo que sacar el brevete, tengo que sacar el brevete”. Pero este ciclo, al parecer, existe un complot de los profesores en contra del alumnado, porque, apenas iniciado el 2010-01, he tenido un sinfín de lecturas para “disfrutar” cada bendito día.

15 de abril del 2010. Como mi hermana mayor está en Cusco, tengo el carro para mí sola, así que, en lugar de aburrirme con otra lectura más, decido ir a dar una vuelta y practicar mis dotes de manejo.

- Má, voy a manejar. ¿Me acompañas?
- Bueno, pero ¿no necesitas a alguien con brevete?
- Sí, pero voy a estar por aquí nomás, así que no hay problema.

Nos metemos al carro, nos acomodamos e iniciamos la marcha (inicio, mejor dicho). Al principio, para entrar en confianza, rodeo el parque que está a la espalda de mi casa hasta que comienzo a aburrirme y me invaden las ganas de ir más lejos. ¿La casa de la Mamina? No, aún no. ¿La UPC? Mucho tráfico. ¿El Pentagonito? Listo, vamos. Hago temblar unas cuantas veces el carro por no dejar en paz al embrague, dejo que me asalten las bocinas de otros carros por demorarme dos segundos (no exagero, DOS SEGUNDOS) en iniciar de nuevo la marcha después del semáforo rojo, soy puteada por una flaca porque accioné mi flecha izquierda y nunca volteé, pero todo me importa un carajo: estoy manejando como los dioses. ¡Al fin, ya puedo visualizar el brevete en mi billetera! ¡Pronto dejaré de ser un ave de corral!

Después de cuarenta minutos de saborear el placer de manejar, estoy en la puerta de mi humilde hogar. Jurándome ya una mami al volante, no me tomo mucho tiempo en pensar en alguna maniobra para meter el carro al garaje. Total, ¿qué tan difícil puede ser? De manera que simplemente giro el timón hacia la derecha (dirección de donde venía) y piso el acelerador, haciendo caso omiso a la clara afirmación de mi madre: “Estás muy pegada”.

- Sí la hago, má.
- No, estás muy pegada, hijita. Hazme caso.
- Tú tranquila. Tengo todo calculado. Mira lo bien que paso… –CRACK– ¿Qué fue eso?
- ¡¡¡TE CHOCASTE CON LA PUERTA!!! ¡¡¡TE DIJE QUE ESTABAS MUY PEGADA!!!
- ¡NOOO!

Díganme ustedes: ¿quién, pero quién más es capaz de chocar el carro con la puerta del garaje, aparte de esta desubicada? Salgo del carro y observo lo que acabo de causar: la puerta posterior derecha está levemente hundida y la pintura se ha rasgado un poco. Aparte de eso, no ha pasado nada más. Pero no hay que celebrar victoria, porque lo peor está por llegar: decirle la verdad a mi querido padre. Con el corazón latiendo a mil por hora, cojo el teléfono y marco el número de su oficina.

- Papáaa… –con voz de sufrida.
- ¿Qué le hiciste al carro?
- Hundí levemente una de sus puertas… ¡Perdóname! ¡Dime que todavía me quieres!
- Tengo que ver primero el carro y después te respondo. Chau.
- Está bien, pá. Chau.

Cuelgo el teléfono apenada, avergonzada y fastidiada. Segundos después, el teléfono de la casa suena. Es mi papá.

- ¿Pá?
- Sí, todavía te quiero.

“¡Mamá, mi papá todavía me quiere! ¡No me va a castigar ni prohibirme que saque el brevete!” Estoy contentísima, y esta felicidad aumenta cuando, más tarde, tengo a mi papá frente a mí felicitándome: “¡Nada mal para ser tu primer choque!”

Mis querid@s desubicad@s, siempre es bueno aprender algo nuevo cada día que pasa. Y yo he aprendido tres cosas en este día tan emotivo:

- Aprendí que todavía tengo que aprender a ver los espejos retrovisores, acordarme de usar las luces direccionales y, sobre todo, meter el carro en el garaje.
- Aprendí que los taxistas son las personas más impacientes que existen, aparte de mí.
- Y lo más importante: aprendí que siempre tengo que escuchar a mi mamá.

Amén.

2 comentarios:

  1. Jajaja lindo el post!!!! Pero más lindo tu papá!!! Ojala el mío me hubiera dicho lo mismo cuando intente (solo intentar) aprender a manejar.....!! :)

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  2. Jaja. Gracias, Ross! Creo que mi papá reaccionó así porque no era su carro, porque sino imagínate! Algo que no puse en el post (porque perdía consistencia) era que mi abuela estaba desesperada por llamar al técnico apenas vio el carro chocado, y mi papá le respondió: ''¿Para qué vamos a llamar al técnico ahora si al carro todavía le faltan muchos más choques?''

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