Ya sea el primero de colegio, o el primero de la universidad, el primer día de clases finalizado el verano siempre será, de alguna manera, destacable e inolvidable.
Todo empieza desde la noche anterior, en la cual llevas a cabo tu rutina nocturna diaria: haces zapping en la TV, te preparas para jugar World of warcraft, ves una rica porno o te sumerges en redes sociales como Twitter y Facebook. Y todo es felicidad hasta que, casualmente, te acuerdas de un “pequeño” detalle que te hace gritar internamente: “Puta madre, ¡mañana hay clases!” Cierras todo de mala gana y tratas de irte a dormir a una hora razonable (o sea, antes de las 12 o 1), pero estás tan acostumbrad@ a desvelarte hasta altas horas de la madrugada que comienzas a dar vueltas y vueltas a la cama, pones un poco de música para adormecerte el cerebro o te tomas un té de supuesto sueño profundo. Pero no hay nada que hacer: no tienes absolutamente NADA de sueño, así que te das por vencid@ y esperas “pacientemente” a que el puto se digne a visitarte. Al final, terminas durmiendo, si tienes suerte, un mínimo de 5 horas; si no la tienes, duermes o dos horas o no duermes ni un carajo y te apareces al día siguiente a tu primera clase con un look de oso panda o mapache y con ganas de desaparecer apenas has cruzado la puerta.
El primer día es básico para analizar absolutamente TODO a tu alrededor: si la universidad sigue tan fea/bonita como siempre, si los salones siguen con los mismos colores, si las flacas continúan vistiéndose como payasos o si ya aprendieron a combinar los colores, si los flacos siguen jurándose los papiriquis cuando no pueden estar más alejados de la realidad, si Panchita engordó o si Jacinto por fin embelleció, si ya despacharon al/la profesor(a) que te jaló en el curso, si han convocado a profesores churros para entretenerte en clase, si te tocará alguien conocido en el salón (de paso que te fijas si fuiste el/la únic@ tarad@ que jaló el curso y te puteas por haberlo hecho), si podrás hacer amig@s este nuevo año o si estarás autista como el pasado, etcétera.
Personalmente, yo a lo único que me dispongo hacer la primera semana de clases es a observar al/la profesor(a) y a mis nuevos compañeros de clase. Me fijo si la autoridad es un(a) cap@ o un(a) retrasad@ mental (y siempre, SIEMPRE si escribe bien) y si la gente del salón se ve atenta o más perdida que cachimbo en su primer día. También me doy cuenta de quién será la persona que nunca se callará en clase, quién debería no hablar nunca, con quién (no) debería juntarme para los trabajos grupales, a quién debo gilearme para hacer grupo y a quién no debo prestarle nunca mis útiles nuevos.
Casi nunca quedo satisfecha el primer día de clases, pero caigo en la cuenta de que, quiera o no, estos serán mis salones y así será mi vida universitaria por los siguientes cuatro meses, por lo que solo me queda putear y decir lo siguiente: “Buena suerte”.
jajaja es como si yo lo hubiese escrito, se acaban mis vacaciones!! nooo, voy a necesitar suerte.
ResponderEliminarluego te paso horario!
@Angelop Jajaja Suerte, Angelín!
ResponderEliminarbásico, para mí, en el primer día es ver si cambiaron o no el concesionario de comida, saber si están los mejores brownies o si me tendré que conformar con unas ricas charadas clásicas entre clases. alguna vez pusieron máquina de helados. es decir, univ = comer :) (por eso acabé con 10kilos de sobra).
ResponderEliminar@AV Jajajaja Para nada te fijas sólo en la comida, Andrés.
ResponderEliminarMe pasa siempre, que asco T_T ahora que vuelva a clases solo espero NO toparme con la flaca a la que le quiero sacar la mierda (que encima jaló Finanzas como yo)
ResponderEliminar@Fiorella Jajaja ¿Por qué no? Mejor hazlo y sácate ese peso de encima.
ResponderEliminarJajajaja Ptm qué genial ! Me pasó exactamente
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