No sé por qué, pero hoy me provocó hacer un post sobre los diferentes tipos de llamadas telefónicas. Empecemos.
1) Las llamadas estúpidas: cuando te llaman al celular o al fijo para decirte cojudeces como “conéctate”. Si ya me estás llamando, ¿por qué no usas tu cerebrito y me dices lo que quieres de una maldita vez?
2) Las llamadas virginales: cuando estás a punto de hablar por teléfono por primera vez con la persona a la que te estás gileando. Aquí las manos y voz te tiemblan durante, aproximadamente, los primeros tres minutos y la conversación llega a durar un mínimo de dos horas, por lo que terminas hablando, a falta de temas interesantes (porque han tocado “todos” los temas existentes), de la mosca que se acaba de posar en tu panza.
3) Las llamadas impertinentes: cuando te acabas de acomodar en tu cama o en algún otro lugar (de donde no pretendes levantarte por la próxima hora para relajarte o avanzar un gigantesco trabajo) y suena tu celular que no está al lado de tu cama o cerca de ti, NO, sino que la mierda de aparato se encuentra a kilómetros de distancia. Lo peor es cuando no hay nadie en tu casa para que te acerque el teléfono y/o cuando este dispositivo hace un complot con el teléfono fijo y/o el timbre de tu casa.
4) Las llamadas persistentes: cuando tu teléfono no deja de sonar durante cinco minutos. Esto métetelo en la cabeza, flaco(a): hoy en día, si es que alguien no te contesta la llamada es porque no le dio la reverenda gana de hablar contigo, no porque esa persona estaba ocupada (como probablemente te dijo). Pero tú no entiendes. Tú sigues llamando y llamando una y otra vez, hasta que tu situación se asemeja a la frasecita de esa canción que todos conocemos: “si no me contestan, me desespero”.
5) Las llamadas testarudas: cuando tú eres una estudiante de nombre Alessandra, pero te llaman al celular o a la casa preguntando por el doctor Juan. Y le repites a la persona del otro lado de la línea una y otra vez que tú no eres el doctor Juan ni sabes quién chucha es, pero él/ella no te escucha. Por lo tanto, tú explotas, le dices “¡no soy el doctor Juan, idiota!” y cuelgas el teléfono con ganas. Y qué ganas.
Personalmente, nunca me ha gustado hablar por teléfono. Recuerdo que, en una ocasión, hace ya algunos años, tuve el placer de “deleitarme” con mi propia voz gracias a una contestadora. La reacción que esto me provocó fue una de las peores y más exageradas que he tenido en mi desubicada vida: me espanté, grité de horror al comentar que sonaba como travesti y procuré, a partir de ese momento, hablar la menor cantidad posible por teléfono (ya que sabía que era prácticamente imposible no hablar nunca más a través de este medio).
Hoy, lunes 18 de abril del 2011, ya no pienso que sueno como travesti al teléfono, pero sigo con la costumbre de evitar hablar seguido durante largo tiempo a través de este medio. ¿Por qué? Porque me hace doler la oreja, porque me incomoda, porque me aburre, porque me da flojera articular las palabras después de cinco minutos (lo máximo que puedo soportar), porque no puedo hacer pichi plácidamente, porque, simplemente, no me gusta y porque prefiero mil veces hablar en persona (y por más de cinco minutos, claro).
La primera vez que hablé por fono con una chica en especial me dijo "por qué me llamas?" con tono de "como se te ocurre llamarme!. Jajaja... al final fuimos pareja un año.
ResponderEliminarHe pensado en un invento para solucionar el problema (el teléfono fijo) (tengo el hobbie de inventar cosas en mi cabeza o ponerlas por escrito)
@Kokyjabn Jajaja Manya! ¿A ella tampoco le gustaba hablar por teléfono? ¿Cuál es el invento?
ResponderEliminar+ de 3 años después te respondo: Vincular el fijo al móvil en la red casera.
EliminarPeor es el nextel, donde tienes que presionar el maldito botón todo el rato que piensas hablar.
ResponderEliminar@Tanya Jajaja A mí me gusta, porque puedo hacer otras cosas mientras hablo por teléfono.
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