Me había dicho, en resumen, que no tenía quién lo recogiera del aeropuerto, así que yo, como siempre siendo una mezcla de buena gente y cojuda, me ofrecí a hacerlo.
Desperté el día de su llegada a las 10:30 am (él llegaba a las 12:15 pm), me conecté a Twitter y a Facebook y pedí a mis contactos que me ayudaran con la ruta más adecuada (me habían dicho una el día anterior, pero la había olvidado por completo) para ir desde mi casa hasta el aeropuerto.
Al final, la ruta para la segunda aventura desubicada de la semana fue la siguiente (gracias a los que me ayudaron, en especial a Andrés Viale, quien me explicó como si fuera una niña de 5 años):
“Vas a Javier Prado Oeste y sigues de frente. Pasas por el KFC de Las Flores y del semáforo volteas a la derecha. La calle se llama Pershing (y también Sánchez Carrión). Sigues de frente. En algún momento tendrás a tu derecha a la Residencial San Felipe. Seguirás de frente hasta pasar el Hospital Militar, a la derecha. Sigues de frente y cruzas por un puente por encima de la Avenida Brasil. Cuando bajes del puente, estarás en La Marina. Sigues de frente, cruzas la Avenida Sucre, sigues de frente, cruzas Universitaria (a la derecha tendrás el centro comercial de San Miguel), sigues de frente, cruzas la Avenida Escardó (a la derecha verás una enorme Hiraoka). A unas 10 cuadras más adelante (o menos), vas a ver un óvalo. Tienes que ir hacia la derecha. Esa avenida se llama Faucett y es la que te llevará hasta el aeropuerto”.
Terminé de apuntar la ruta en dos post-it y salí disparada porque ya estaba “un poco” tarde (eran las 11:50 am). Llegué a Javier Prado, pasé por el KFC, doblé a la derecha en el semáforo, seguí de frente (y sin percatarme en el nombre de las calles) hasta pasar por el mall de San Miguel y, sin darme cuenta, hice un movimiento brusco que hizo que ambos papeles “volaran” hasta el piso de los asientos de atrás. Obviamente, no recordaba qué chucha seguía luego.
Impidiendo que me invadiera el pánico, aproveché el semáforo en rojo, bajé la ventana y le pregunté al conductor de mi derecha cómo llegar al aeropuerto desde ahí. “Sigues de frente hasta llegar a Toyota y volteas a la derecha. Eso te llevará a Faucett”.
Después de avisarle a mi amigo que llegaría “algo” tarde, el primer aviso señalando la cercanía del aeropuerto comenzaba a asomarse, y luego el segundo y el tercero. “¡Bien, puta madre! ¡Llegué sana y salva y lo hice (relativamente) sola!”
Crucé la entrada del aeropuerto, le mostré los documentos al personal de seguridad y, acto seguido, me di con una gran sorpresa: el SOAT de mi carro había vencido a principios de mes.
Ya me parecía raro que nada había fallado ese día hasta ese momento.