Tenía que ir a la casa de una amiga que vive en La Molina para hacer un trabajo.
Había ido la semana anterior en taxi porque Lucía me había dicho que tenía que subir un cerro y yo no me había animado a hacerlo con Morris. Pero como necesitaba plata para el fin de semana y no tenía ni un carajo, me alenté a mí misma para subir al cerro con mi carro, le pedí a mi madre plata para el supuesto taxi (perdón, mamá) y revisé una y otra vez el mapa que me había hecho mi amiga de cómo ir desde la UPC hasta su casa, en la Avenida El Cortijo.
Antes de salir, le pedí apoyo moral a los tuiteros y, después de varios minutos, ya estaba armada de valor para iniciar la aventura desubicada del día –la verdad es que me cagaba de miedo porque sentía que me perdería maleado, que Morris se pararía en plena subida de cerro o que, con la suerte que tengo, me pasarían ambas cosas.
Me dirigí al estacionamiento, busqué a Morris, lo encendí, salí del estacionamiento e inicié la ruta que me habían indicado: ir hasta la embajada de Gringolandia, seguir de frente hasta ver a la izquierda un Pardo’s Chicken y a la derecha el colegio Weberbauer, voltear a la derecha y subir el cerro asesino para primerizas como yo.
Y todo en orden hasta que llegué al inicio del cerro y vi su punta. Esa puta punta.
Bajé el volumen de la música para tener mayor concentración, cerré los ojos por un momento, respiré hondo y, obviando aquella imagen lejana de los carros subiendo hasta la punta (que me hizo recordar a una montaña rusa), avancé.
Seguí subiendo y rogando llegar de una maldita vez hasta la punta hasta que una parte de mi predicción amenazaba con cumplirse: por más que pisaba el acelerador, me di cuenta de que Morris se negaba a avanzar y que estaba a punto de quedarse quieto en plena subida de cerro. “¡No me hagas esto, puta madre!” Para evitar entrar en pánico, decidí apagarlo, esperar unos minisegundos, volver a encenderlo, pasar a primera y no moverme de segunda hasta haber llegado a la punta del cerro que ya comenzaba a odiar.
Menos de diez minutos después, cuando ya comenzaba a sentir que se me iba la vida subiendo el cerro y estaba a punto de ver a Judas calato, había llegado a mi destino.
Sin embargo, aproximadamente a las 7 de la noche se me había presentado otro reto: bajar del cerro asesino, evitar quedarme dormida (había dormido 3 horas ese día), ignorar mi estómago rugir del hambre (no había almorzado ni media galleta) y aguantarme las ganas de hacer pichi en el carro.
Y al final, no sé cómo, ya estaba de vuelta en mi casa a las 7:40 pm, sana y salva, y con una seria afirmación: “A ese cerro no voy más”.
Jajaja no te lo creo que aventura jaja hasta donde has ido? No he visto las puntas de la Molina tengo que pasear más pero como lo cuentas hasta a mí me dio miedo... ya que me da miedo pasar por montañas, cerros o empinadas ... si hubiera habido un acantilado al costado o algo parecido me hubiera muerto de miedo en tu relato! pero que bien que llegaste a salvo... y tu amiga de hecho es un héroe por ir todos los días hacia allá y bajar todos los días xD
ResponderEliminar@Galactica Hasta El Cortijo que está cerca a la Avenida El Corregidor, doblando a la derecha terminando el cerro Centinental :D
ResponderEliminarA mí me gustan las montañas rusas, pero no las subidas y bajadas de cerro, definitivamente! Espero no tener que repetirlo...
Jajaja Ella ya debe estar más que acostumbrada, al igual que todos los que viven por allá. Aunque fácil hay otra ruta para llegar hasta esa calle y nadie me avisó :(
Cuando vayas a subir una pendiente muy pronunciada hazlo con cambios bajos, es decir, en segunda o en tercera. En tercera está bien, pero si sientes que le cuesta mucho a tu carro, pon segunda...
ResponderEliminarLos primeros cambios son los cambios mas lentos, pero a su vez son los de mas potencia y fuerza. Los últimos cambios, 4ta y 5ta, son los mas rápidos, pero son los que menos poder tienen.
En la bajada, controla la velocidad, puedes ir "enganchada" en un cambio bajo, pero eso podría forzar un poco tu motor; controla la bajada con el freno... y por nada del mundo bajes con el motor apagado; entre otras cosas, a veces algunos carros bloquean algunas cosas como la dirección cuando los apagas.
@kokyjabn Andaba en tercera y casi se para, así que la próxima vez (si es que hay) me mantendré en segunda. Gracias por la ayuda :D
ResponderEliminarOtra cosa que puedes hacer es acelerar como si no existiera mañana y, cuando algo falle, apelar al escote y tadan... todo va estar bien.
ResponderEliminarBesote.
Miguel
@Miguel Jajaja Hago eso a veces. Un abrazo.
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