Antes de comenzar en el nuevo
trabajo, tomé la decisión de ir en combi a la oficina, para así ahorrar plata y
gasolina (siempre he sido bastante un poco roña; qué puedo decir).
No obstante, no puedo decir que
me arrepienta de esta decisión, porque realmente es una aventura viajar en
combi en Lima.
Todos los días pasa algo: el
chibolo se sienta en el asiento reservado y no se levanta cuando sube un
anciano o mujer embarazada, por lo que lo comienzan a fastidiar. La señorita
con perfecta salud le exige al señor que le ceda el asiento solo porque es
mujer; el señor, amablemente, se niega (pobre, está cansado) y la señora de al
lado lo comienza a tildar de machista. La señora que está parada se queja con
el conductor y cobrador por lo pésimo que el primero maneja y el bullying hacia ellos se extiende por
todos los pasajeros.
Pero, aparte de estas y otras
anécdotas, existen las que cada uno forma, como, por ejemplo, elegir quién será
tu compañero de viaje.
El escenario es el siguiente:
alzas el brazo para parar la combi, te fijas desde afuera si hay asientos
libres (si puedes darte el lujo, porque sino subes sin importarte lo llena que
esté), confirmas que sí, te subes y descubres que hay tres sitios libres en
tres asientos de a dos. Sabes que solo cuentas con algunos preciosos segundos
para tomar la decisión antes de que el carro se llene por completo, así que te
dispones a escanear rápida y prejuiciosamente a tus tres posibles compañeros de
viaje y descartas a los que, crees, no te dejarán sentarte cómodamente, te molestarán
con ruidos fastidiosos o perturbarán tu paz con cualquier otra acción.
Una vez tomada la decisión, te
acercas a tu próximo sitio, pides al otro viajero que te deje pasar (si fuera
el caso) y acomodas tu cuerpo en el asiento, pensando que tomaste la decisión
correcta y que por fin podrás descansar del largo día que has tenido, pues este
viajero parece tranquilo, silencioso y llevable.
Pero te equivocaste: es pedorro.
Me hiciste la noche, nunca dejes de escribir.
ResponderEliminar¡Gracias! Procuraré no dejar de hacerlo :)
EliminarFuiste harta generosa con tu relato de las combis, casi siempre resulta una prueba a nuestro caracter y buen juicio. Historias que pronto, no muy lejos pasaran a ser leyendas por que estan siendo reemplazadas. Sugiero escribas sobre el metropolitano en su ruta de norte sur en hora punta... donde encontraras historias bizarras :D !!!
ResponderEliminarJaja Sí, es que no quería sonar muy superficial, por decirlo de alguna manera. Creo que unas dos veces he subido al Metropolitano y sentí que moriría asfixiada, pero vale la pena subirme de nuevo para relatar otras anécdotas :D
Eliminarjajaja suele suceder!
ResponderEliminarLo peor que te puede pasar es que frene de golpw y te caigas arriba de un chico como yo. Pesimo.
besotes.
Jajajajajajaja ¡Ídola! Yo lo que detesto es cuando el viajero del costado se queda dormido y se recuesta en tu hombro ;_;
Eliminarsi oues, toda una aventura las combis, y hablando del compañero de turno, lo que siempre me pasa es que si me tocan 2 sitios juntos libres, me siento a la ventana y a continuacion se sienta a mi lado una señora o señor de 100kgs hacia arriba, termino literalmente aplastado al vidrio,siempreee me pasa eso, muchas termine parado en el pasillo, jaja...gracias por las anecdotas =)
ResponderEliminarJajaja También me ha pasado! Pero siempre me joderá cuando hay varios asientos libres y esa persona decide sentarse a tu costado u_u
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