Fue en el quinceañero de Mary Gaby –compañera de la promoción–, un día de julio del 2005.
Había ido con Ximena, mi mejor amiga, y otras amigas más. Y en el cumpleaños, aparte de la gente de mi colegio, sólo conocía a Angelo, el primo de Mary Gaby, quien había llevado a un amigo suyo de la promoción, Daniel.
Esa noche, Daniel y Ximena intercambiaron números y correos. Y al día siguiente iniciaron la típica rutina que dos personas realizan apenas se conocen y tienen cierto interés entre sí: se llaman a cada rato, se mandan mensajes de texto y conversan vía chat por mínimo tres horas, hablando de todo y de nada a la vez.
Después de algunas semanas (o días, no sé) y por un motivo que hasta ahora desconozco, poco a poco Daniel dejó de hablar con Ximena y comenzó a hablar conmigo iniciando la misma rutina, la cual duró hasta el 14 de febrero del año siguiente, fecha en la que Daniel se me declaró y yo lo rechacé por Ximena (porque, aunque ella nunca lo aceptó, yo sabía que, en algún momento, Daniel le gustó, y ese era motivo suficiente de mi parte para no estar con él, a pesar de lo mucho que me gustaba).
Sin embargo, luego de hablar con Ximena seriamente y de recibir su “bendición”, Daniel volvió a intentarlo conmigo siete meses después (sí, el pobre muchacho me tuvo que esperar una eternidad). Esa vez, le dije que sí y empezamos una relación que terminó, irónicamente, siete meses después.
Sé que no se puede regresar al pasado, pero, en muchas ocasiones, mi imaginación comienza a volar y me imagino qué hubiera pasado si no hubiera ocurrido tal evento, si hubiera tomado otra decisión, dicho otra cosa o actuado de distinta manera.
En este caso, si Daniel y yo no hubiéramos terminado luego de los siete meses, si Ximena nunca me hubiera dado la “bendición” para poder estar con él, si Daniel no me hubiera esperado esos siete meses, si yo no le hubiera dicho que no ese 14 de febrero, si él y yo no hubiéramos iniciado esa rutina, si Daniel nunca hubiera dejado de hablar con Ximena, si Ximena y Daniel nunca hubieran intercambiado información, si Daniel no hubiera ido al cumpleaños, si yo hubiera conocido a algún amigo más o si no hubiera conocido a Angelo, si Mary Gaby nunca me hubiera invitado a su quinceañero, si yo no hubiera estado en mi colegio.
No me quejo de mi vida (no la mayoría del tiempo, al menos), pero me es inevitable pensar en cómo podría ser mi vida ahora si tan solo una cosa hubiera sido distinta.
Nota: este post estuvo inspirado en la película El efecto mariposa y en el siguiente video: