Miércoles 04 de diciembre del 2010.
Hoy es el examen final de mi curso más temido, Historia Contemporánea –no saben lo inútil que puedo ser para retener cualquier tipo de información relevante a cualquier tipo de historia–, y de mi chamba. Ilógica y estúpidamente, le presto más atención al segundo, poniendo en riesgo mi pase del curso. Así que mientras el profesor me pide mi opinión sobre la Guerra Fría –¿qué es eso? ¿Tipo la guerra de La era de hielo?–, yo en lo único que pienso es en “mis” platos, sus descripciones y abreviaciones. Termino el examen, rogando que esté apto para una nota de dos dígitos, me dirijo rápidamente al estacionamiento, monto a Abelardo e inicio el camino hacia mi dulce hogar.
Tres horas más tarde, me encuentro en mi chamba (cómo me encanta esa frase) dando el examen de menú. Mientras los clientes van y vienen y los server se mueven de aquí para allá con diez platos encima, yo me rompo el cerebro tratando de recordar cada uno de los ingredientes de los quince platos que me tocan hoy. Luego de 40 minutos y de revisar cada pregunta unas tres veces, le entrego el examen a mi entrenadora, y me entero luego de que he tenido una de las mejores notas que alguno de sus entrenados ha tenido en mucho tiempo (98/100; sin duda, el mejor final de este ciclo).
Bajo al sótano, me pongo mi look de hostess (al castellano: «anfitriona», esa flaca obligada a estar parada por seis horas, que recibe a los clientes en la puerta y se gana con el malhumor e impaciencia de los mismos cuando están en lista de espera), que equivale a pantalón, blusa y zapatos (y con tacos, maldita sea) negros y maquillaje y tomo mi posición hasta la medianoche.
A pesar de ser viernes por la noche, mi turno nocturno transcurre de manera tranquila (poco movimiento), solitaria (me ha tocado trabajar sin entrenadora) y dolorosa (uso zapatos de taco 2 y, aun así, siento que mis pies no podrán caminar en dos días enteros). Pero todo esto cambia y y/o es dejado de lado en el momento en que una tía cuarentona invade mi zona solo para quejarse de que he ubicado en “su” mesa a una señora embarazada antes que a ella.
- Señorita, no me parece justo que a esa chica le haya dado mi mesa. Yo he estado aquí mucho antes que ella.
- Lo que pasa, señora, es que la chica está embarazada, por lo que tiene atención preferencial. Es política de la empresa.
- ¿Por qué? Ni que fuera minusválida…
Con todas las fuerzas humanas que habitan en mi cuerpo, trato de no perder la compostura frente a este desubicado ente dándole un par de cachetadas (que no le vendrían nada mal, así gana cachete, de paso), por lo que respiro una, dos, tres veces, hasta que llega mi entrenadora, escucha la situación y le repite exactamente lo mismo a la señora cuarentona, quien, finalmente, se da cuenta de que ha perdido la batalla y se sienta nuevamente a esperar “su” mesa –vale decir que, cuando por fin fue su turno de ubicarla en alguna mesa, mi entrenadora y yo la ubicamos en la más alejada y en donde más aire acondicionado cae–. “Acostúmbrate, Ale, que como ella hay muchas más y peores”, me dice mi instructora. Si esto es verdad, por favor, que Dios me ampare.
Nota: Flaca, no sé quién habrás sido ni me interesa un carajo, solo quiero decirte que si, por casualidades de la vida, alguna vez te topas con este blog y te acuerdas de esta situación, quiero que se te quede grabada una palabra en tu diminuto cerebro, la misma que deberías aumentar cuando alguien te pida describirte en el futuro: descerebrada.
me encanta tu blog me hace recordar mucho a mi vida, vivo situaciones similares en escenarios similares =S jaja @pabloc84
ResponderEliminarLa nota final me dejó imaginando cómo habrá sido tu cara de odio a la señora. ¿Qué harías si va de nuevo y se desubica nuevamente? Muy buena entrada, flaquita.
ResponderEliminarMuy mal por la chica super mala onda, me imagino el malestar que pasaste, esperemos de muy buena onda que no le pase a la chica lo mismo....
ResponderEliminarGracias, Pablo! :) ¿Eso quiere decir que tú también eres desubicado?
ResponderEliminarPuse mi cara de culo conocida y me aguanté las ganas de putearla en su cara XD Si la tía regresa, la vuelvo a sentar en la peor ubicación! Gracias, flaco :)
ResponderEliminar@novenodia Me chocó un poco que alguien pueda llamar ''minusválida'' a una mujer embarazada; se nota que esa flaca tiene caca en el cerebro. De hecho nos tenemos que preparar para más como ella y peor!
ResponderEliminarEstá mejor de lo que me hiciste creer. Realmente hay gente en esta ciudad, país y mundo que no entiende que otros tienen preferencias/cortesías por su estado, ya sea discapacitado (inválido es un término ofensivo), anciano mayor o embarazada.
ResponderEliminarParticularmente, no me vuelvo a quejar por nada con un "hostess", después me mandan a uno de esos sitios o estornudan casualmente sobre mi comida.
Gracias, Andres :) Hasta ahora me parece in-creíble que alguien haya podido usar esa palabra contra una embarazada. Me ganó de desubicada!
ResponderEliminarY, sí...eres muy inteligente con lo que dices sobre nosotras las hostess ;)