Miércoles 01 de diciembre del 2010. Me encuentro echada en mi cama como morsa web-eando –para variar–, cuando mi cerebro hace memoria y recuerda que hoy es mi primer día de entrenamiento en la chamba. ¡Chucha! Me pongo las zapatillas, me acicalo, enciendo a Abelardo y salgo disparada de mi casa. Justo antes de entrar a la Aviación, considero inventarme un atajo para llegar más rápido (no recomendable, dado lo desubicada que soy) y evitar el tráfico, pero por cojuda –por no arriesgarme– y confianzuda –por creer firmemente que llegaré a tiempo– decido seguir el camino de siempre, el único que conozco. Pero apenas doblo a la derecha para ir todo de frente hasta llegar al Óvalo Higuereta, me percato de la estupidez que acabo de cometer: no sólo la pista está infectada por combis, taxis y carros particulares, sino que una frasecita (ya conocida por mí) comienza a taladrarme el cerebro: “Me hago la pichi”.
¡No, puta madre! ¡Ahora no, por favor! Vejiga, te juro que llegando al local te consiento en lo que quieras, pero ahora te exijo que no me jodas y no te aflojes, ¿ok?
Gracias a una fuerza sobrehumana, mi vejiga hace caso, por lo que llego sana y seca a la chamba. Toco el timbre, pregunto por mi jefa, me la encuentro, la saludo y, sin más preámbulos, le digo “por favor, necesito ir al baño”. Bajo al sótano, hago la pichi, subo y me vuelvo a encontrar con mi jefa, quien me entrega mi uniforme y me ordena que me vaya a maquillar.
¿Maquillar? ¿Cómo le explico que yo jamás en mi vida me maquillo, que sólo he estado maquillada cinco veces en mis 20 años, que parezco travesti con maquillaje y que, resumiendo todo, no sé maquillarme?
“Este… ¿Podrías maquillarme tú? No he traído maquillaje y…bueno, no sé maquillarme”, le explico, más roja que un tomate. “Claro, no te preocupes, Ale. Ven, siéntate. Yo te maquillo –después de 5 minutos–. Listo. Ahora ve al sótano a planchar tu camisa para que puedas empezar”.
Este… ¿Cómo le digo que no sé planchar?
Para no pasar más roche, me ahorro mis vergüenzas, bajo al sótano, estiro la camisa, enchufo la plancha y me quedo parada frente a la tabla de planchar, craneando cómo cuernos alisar la camisa sin hacerle un agujero negro. Como no se me ocurre ni un carajo, me quedo ahí, parada como estúpida, esperando a que un alma baje al sótano y se apiade de esta pobre desubicada. Quien termina apareciendo es el jefe de cocina, quien, con sólo mirarme, deduce la situación que está frente a sus ojos: “No sabes planchar, ¿no? Dame que te ayudo”. Aliviada y, a la vez, apenada, observo cómo plancha mi uniforme en menos de un minuto, al mismo tiempo en que navego en mi memoria, tratando de recordar si es que hay algo “casero” que sepa hacer (la respuesta sigue pendiente hasta el día de hoy).
Guardo mis cosas en el locker, me amarro el pelo por primera vez en el año, me encuentro con mi entrenadora y estoy lista para la acción nocturna.
Caos, ruido, platos, aroma, suciedad, agua, máquina, números, gritos, vasos, movimiento. Mucho movimiento.
- Ale, ven y mira ese cuadro. Necesito que te aprendas el número de mesas en 10 minutos para que ayudes a llevar platos.
- ¿Qué? ¿Estás segura? No te lo recomiendo. Mi memoria suele ser bastante frágil a veces. Y hoy es una de esas veces.
- No importa. Es tu primer día; te tienes que equivocar de todas maneras.
- Pero…
- Toma. Lleva esto a la mesa 33.
- Ok…
Veo el cuadro de la ubicación de mesas por última vez antes de salir de la cocina, pero apenas cruzo la puerta, me olvido por completo de la ubicación de la mesa.
¿Dónde cuernos estaba? Sé que es por el lado izquierdo, pero ¿pegada a la pared o un poco más allá? ¡Chucha! Deberían tener un mini cartel con el número de mesas, caray… A ver, investiguemos. “Hola, ¿qué tal? ¿Pidieron una hamburguesa con papas?” ¿No? Ok, siguiente. “Chicos, ¿pidieron una hamburguesa con papas? ¿Tampoco? “¡Hola! ¿Pidieron este plato para compartir? No. ¡Coño!
Resignada, regreso a la cocina, en donde comunico mi clara afirmación a mi entrenadora:
- No existe la mesa 33.
- ¿Cómo que no?
- De verdad, no existe. Creo que te confundiste y quisiste decir, en realidad, mesa 23 o 43.
- Ale, llevo 4 años trabajando aquí y me vienes a decir a mí que no existe la mesa 33. Ven que te enseño. Es la mesa que está a la derecha de la 32, la que está pegada a la pared de la izquierda. ¿La ves?
- Sí… Enseguida les llevo el plato.
Muerta de la vergüenza, esquivo la mirada burlona de los cocineros y demás meseros y me dirijo a la mesa 33, de quien recibo un “pensamos que se habían olvidado de nosotros” como respuesta. Les regalo una sonrisa fingida y desaparezco rumbo a la cocina, en donde recibo otra orden de mi entrenadora: llevar una bandeja grande (de esas que se tienen que llevar sobre la cabeza) a otra mesa. “Tampoco te lo recomiendo. Mi equilibrio no es muy bueno, por lo que es muy probable que toda la bandeja me caiga encima. ¿Te soy sincera? Yo creo que hoy debería sólo escucharte y no hacer nada, así yo me evito roches y tú te evitas molestias. ¿Qué te parece?” “Ay, Ale. Te encuentro muy divertida, ¿sabías? Pero tú estás acá para aprender todo lo que yo te enseñe. Y ahora quiero que aprendas a llevar una bandeja sobre la cabeza. Ven, ponte frente a mí y alza las manos”. Con las manos y el cuerpo temblando, logro poner, con ayuda de mi entrenadora, la bandeja de 10 kilos sobre mi cabeza. Acto seguido, sigo cada paso de mi entrenadora (a velocidad de tortuga) hasta llegar a la mesa, bajar la bandeja de mi cabeza, entregarle los platos a los clientes y regresar a la cocina, mi única zona segura del local, en donde permanezco por el resto de la noche.
Después de 6 horas de entrenamiento en la chamba, y de enterarme de que usé una camisa para hombres durante toda la noche, me encuentro en la cocina de mi casa escribiendo esto, con dolor de brazos de tanto secar platos y con los ojos a punto de cerrarse, pero aún consciente para repasar mis tareas pendientes:
- Aprender a maquillarme
- Aprender a planchar
- Aprender una nueva ruta para ir a la chamba
- Aprenderme los nombres de mis compañeros de trabajo (e inventar una nueva forma de decir “compañeros de trabajo”)
- Aprender los nombres, ingredientes y abreviaciones de 15 platos.
Todo esto en no más de tres horas. ¿La hago?
2 consejos faciles de seguir:
ResponderEliminar1.- Maquillarte no, pero rimmel, delineador negro en lapiz y un brillito labial en un color rojizo + los infaltables polvos de la abuelita (esos celestes c/ espejito) enganan a cualquiera,
2.-el uniforme te lo llevas a casa? las lavanderias te lo dejan P-E-R-F-E-C-T-O asi no te rompes la cabeza con lo del planchado (creeme q hasta ahora c/ 2 hijos y no lo se hacer bien
y mucha MUCHA muchiiiisima suerte
Gracias por los tips!
ResponderEliminarHoy hice de server y solo fui con brillo en los labios, rubor en las mejillas y delineador negro (lo hice yo solita y no quedó mal). Para hostess aún me tienen que ayudas con las sombras (ayer me ayudó mi hermana de 13 años XD).
Llevaría el uniforme a las lavanderías pero me quedaría aguja!
Gracias por todo!
Woow Ale como siempre me encanto el relato.. que tal odisea!!!, pero es bueno siempre estar preparado como lei en tu comentario anterior :D, desde aqui las mejores de las suertes en esta nueva aventura laboral
ResponderEliminarGracias, Brian! A ver si me caes un día a la chamba y te atiendo al estilo desubicado ;)
ResponderEliminarasuuu mujer k tal desubicada!!! jajajaja, bueno te dire k yo tbm soy asi, exento x el makilaje y k mi adolescencia me a llevado a perfeccionar, pero de ai pa llevar platos solo puedo con un vaso y un plato mediano ajajaja
ResponderEliminarconsejitos para makillarte:
•si te pones pestallas postizas , resuelves lo del makillaje
y un labial con brillo incluido y listo
exitos y buenas vibras =)
Jajaja Alucina que hoy le dije a un server (mesero) ''para ser mujer, soy demasiado inútil''. Obviamente, me miró como bicho raro, pero después se cagó de risa :P
ResponderEliminarMuchas gracias!
Desubicada y encima inútil.
ResponderEliminarAy Cavagnaro!
Ya nos encontraremos tú y yo desde una mesita de tu chamba. Y prepárate, que pienso pedirme veinte kilos de comida y chantarme en la mesa 33.
(pagaría por ver la cara de Jaqui)
Y así, niños, es como Alecavag se dio cuenta de que es malo no salir a la calle, ni tener amigos, ni tener obligaciones en la casa u_u...
ResponderEliminarEste... no sé si reír o llorar con lo ke cuentas, pero aún tiene solución! HAZ ALGO EN TU CASA!! XD JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJA..!!
Chevere por ti, vas a aprender a patadas lo ke no supiste en años, te felicito por eso y por la nueva chamba :D
Qué feo tu ''desubicada y encima inútil''. Y después te quejas de que yo te trato mal!
ResponderEliminarCuando se te ocurra visitar, avísame para no ir ;)
jajaja Ale, siempre tu al estilo Desubicado, yo quiero ir, y que me atiendas y tomarte una fotito, jajaja.
ResponderEliminarMucha suerte en tu nuevo trabajo :)
Cuando quieras ir me avisas para atenderte ;)
ResponderEliminarGracias!
Ah no! Empezamos con las preferencias Cavagnaro?!
ResponderEliminarLos que me tratan bien tienen preferencia u_u
ResponderEliminarjaja Alee tienes que ponerte las pilas ya! sabía que eso iba a pasar por eso nunca hice algo parecido jaja pero que buena.
ResponderEliminarSigue los consejos de tu hermana de 13 y mucha mucha memoria y la haces!
jijijii
:)
Jajaja De todas maneras. Gracias, Angelín!
ResponderEliminarGracias, Tikki-Kun!
ResponderEliminarOye! q buena entrada, me recordaste a mi primera chamba en un cafeteria, a pesar q me dijeron q me maquille (Yo hasta ahora no logro, no puedo y no quiero maquillarme)a las justas y usaba brillo y rubor... le temo al delineador porke tiendo a sobarme los ojitos y luego paresco golpeada @@
ResponderEliminarLos primeros dias son dificiles (sobre todo para mi lo fueron porque soy una persona timida) pero a 2da y 3era semana ya le agarras la maña. Al menos dedusco q tu jefa te trata... bien?
Mucha suerte en tu trabajo!!!
Gracias! Jajaja Igual yo! Después de sobarme los ojos, voy corriendo a un espejo para ver si me veo como oso panda o no.
ResponderEliminarEn mi chamba hay cuatro gerentes, y todos son de la putísima madre, así que estoy contenta.
Gracias!! :)
Me gusta. Eso es escribir realmente... no es un pasatiempo es una realidad, realidad, un vicio y creo que tu eres la esclava. Muy bonito te felicito. Ronal
ResponderEliminarMuchas gracias, Ronal!
ResponderEliminar