Hola, hola.
Se me ocurrió la idea de escribir este mail con varias continuaciones para contarles cómo me está yendo.
Empecemos con el día en que empezó todo: un 20 de enero del 2010. Para mí, era un día común y corriente. Me desperté como si nada interesante ni importante fuera a pasar durante todo el día. No entendía las llamadas de "que tengas un buen viaje" o "pórtate bien, carajo". Pensaba que el mundo se había vuelto loco y que yo era la única cuerda. A las 4:30 de la tarde llegó un taxi a mi casa. Yo seguía sin entender. "¿Para quién es el taxi? ¿Quién se va? ¿A dónde? ¿Por cuánto tiempo?". Todas estas incógnitas fueron respondidas en el momento en que una misia y delgada lágrima resbalaba por mi mejilla al momento de abrazar a mi madre y crecía en cantidad y grosor al pasar a mi Mamina, papá y hermanas. "El taxi era para mí. Yo me voy a Europa por un mes".
Me encontraba en la fila de inmigración, aún con los ojos llorosos. "Un mes sola. Soy el ave que voló de su nido" (sí, Andrea, Arianna y grupo: así de cursi y sensible estaba).
Sentada ya en el asiento del avión que me llevaría de Lima a Madrid, no podía dejar de mirar fijamente a la ventana y gritar internamente "mamá". Pero ni mamá ni ninguno de mis peruanos iría a mi rescate. Así que, por fin, la realidad me tocó: Chau, peruanos. Hola, europeos. Chau, calor. Hola, frío. Chau, dependencia. Hola, independencia.
Después de unas eternas 16 horas, me encontraba en la congelante Alemania. Una Alemania bañada en nieve que parece espuma, con pobladores vestidos como si estuvieran en el Polo Norte. La mayoría carga una seria mirada, pero cuando una palabra sale de tu boca, una sonrisa se dibuja en su rostro. Ayer, jueves en la noche, tuve mi segundo contacto con un alemán, cuando este tocó el timbre de la casa con la caja de pizza en las manos. "Hola", le digo sonriendo. "Hallo", me responde con la misma sonrisa.
No sé cómo ni por qué, pero ya me siento en casa. Miento. No exactamente en casa; creo que la palabra más adecuada sería "cómoda". Solo me invade el alienalismo al momento de entablar una conversación. Y mi alienalismo se llama "espinale", una mezcla de español con inglés y alemán.
En fin, esta aventura recién comienza. Así que, de seguro, estaré llenando sus bandejas de entrada por los siguientes 28 días (o espero).
Hasta la próxima, amiguitos y amiguitas.
Feldberg, Alemania. Enero 2010 |
NOTA: Hoy es domingo 24 de abril del 2011 y recién se me ocurrió acompañar este post con el video que grabé. Sí, ya sé que ha pasado más de un año, pero más vale tarde que nunca, ¿no?
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