lunes, 1 de marzo de 2010

Crónica de una desubicada en Europa - Francia/Inglaterra


Hoy es martes 9 de febrero y me encuentro nuevamente en Schöneck, Alemania, recordando mis últimas vueltas por Europa.

Recuerdo París y se me vienen, instantáneamente, dos palabras a la mente: soledad y discriminación -no intento ser dramática ni buscar la compasión de nadie; sólo trato de explicar lo que sentí-. Llegué al aeropuerto de Charles de Gaulle sin prisa y sin nadie que me recibiera con una sonrisa. Lo que recibí, en cambio, como bienvenida a este mundo desconocido, fue la mirada de cientos de ojos parisinos que exigían una explicación por parte de esta nueva intrusa en su casa. Y, lamentablemente, esta mirada se quedó conmigo hasta el final de mis días franceses. Desperté a la mañana siguiente preocupada y con dolor de cabeza por culpa de las tantas incógnitas que me atormentaban: ¿Adónde voy? ¿Cómo me movilizo? Pero, sobre todo, ¿¿CÓMO ME COMUNICO?? Así, pues, un viejo celular, tres guías de la ciudad y la frase "bonjour, do you speak english?" se convirtieron en mis fieles compañeros. Si encontraba a alguien que hablaba inglés, estaba salvada; si no, cagada. Por otro lado, sentí miedo. Miedo por los miles de kilómetros que me separaban de mis peruanos y alemanes, miedo por lo desconocido, miedo de la gente. El cambio de Schöneck a París había sido tan rápido que recién me chocó un día en que no encontraba mi hotel a las 18:30 de la tarde, con un frío que me congelaba el culo y un depravado persiguiéndome hasta la entrada de mi hotel. Aparatosamente, conseguí sobrevivir los cuatro días que estuve en París, solo para regresar a Schöneck y volver a volar a otro mundo desconocido.

Paris, Francia. Febrero 2010.


Recuerdo Londres y una sonrisa se dibuja en mi rostro automáticamente. A la mierda con París, a la mierda con Génova y a la mierda con Schöneck (con el respeto a mis parientes). Me encontraba en Inglaterra, tierra de The Beatles, Coldplay, Queen, Oasis, Harry Potter, el british accent. Igual que en París, estaba en una tierra lejana y desconocida, sin papi ni mami, sin amiguitos ni amiguitas. Estaba completamente sola, pero me importaba un pepino. Me acomodé y adapté instantáneamente y me enamoré de la gente, de los parques, del clima, del underground, del fish and chips, de los buses, de la phone booth. Y me enamoré tanto que la inocente idea de mudarme allá golpea mi conciencia hasta el día de hoy.

¿Alguien me acompaña?

Londres, Inglaterra. Febrero 2010.

2 comentarios:

  1. Vamos!!! Yo también tengo una foto como la tuya, pero en el museo de cera de NY :)

    http://www.flickr.com/photos/carloshmvc/5028717103/

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  2. Jajaja Qué linda tu sonrisa! VAMOS A LONDRES! (L)

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